Friday, March 31, 2006

Un tropezón no es caída.


Si, lo reconozco. Me equivoqué. Y bueno, alguna vez me tenía que pasar. Peor hubiese sido... menos mal que no dije nada terrible. Porque resulta que le mandé un mail a alguien y, sin querer, lo envié a casi todos mis contactos. El mail era éste:

“No se nada de vos desde hace... bastante. Recibí la invitación de la revista, ahí estare. Espero que todo ande bien por ahí. Besos!! Marie.”

Y los resultados fueron estos:

El destinatario real del mail me respondió como debía haber sido, una charla entre dos:
“Me llegó un mail tuyo preguntándome cómo andaba (...)
bueno, si el mail no era para mi, porque había muchas direcciones, te digo esto que te dije igual.
llamame o mandame un mail.”

Gastón, desde Ushuaia, me dice:
“What?”

Ale, también desde Ushuaia, me escribe:
“revista?
mmm... me parece que ese mensaje llego al destinatario equivocado besos”

Uno que creyó que el mail era para él me responde:
“nos vemos y hablamos allá. Te parece?
Saludos.”

Edu respondió como retándome, y tiene razón:
“Marie, esteee.... estás segura de que ese mail iba para todos??”

Fran estaba avisado del error, pero contestó igual:
“Y yo bien!! aca extrañandoté querida, aunque me lo mandaste por accidente igual te contesto....jajaj!! estas pachucha ya esposa.
Bue, a ver si organizamos algo pal finde ¡daleeeeee!!
Si queres te presto una revista de motos ....... ???
beso Marie.”

Otro de Ushuaia, Mauri:“que revista? porque mandas un mail a todas tus dires? no entendi un sorongo.. o
le pifiaste sin querer y les mandaste a todos el mismo mail?”

El más tierno de todos, porque no responde sino que cuenta, fue este, el de Juan, que me reservo en gran parte porque se me canta:
“Marie! No entendí nada tu mensaje! Se lo mandaste a mil personas!!!!!!!!! Cómo andas marie???? (y sigue...)”

El Tino, como no podía ser de otra manera, responde con humor:
“supongo que cometiste un error. qué revista? puedo ir? espero mail aclaratorio.”

Pablo fue breve:
“uat?”

Y Ariel no recibió el mail, me rebotó su casilla.
Y faltan respuestas: las de Albana, Anabel, Candela, Ceci, Lucho, Fer, la Coque, José, Julia, Cami, Lucas, el otro Lucho, Lucre, Pablo, Lizzie, Caro, Pedro, Sole, Emi y Val. Es probable que no reciba más respuestas, tal vez dos o tres (y me juego a decir que serán de Cande, Lucho –el primer Lucho- y Caro), pero con las que llegaron me alcanzó para disfrutar de mi error.
De cualquier manera, disculpen las molestias ocasionadas.

Monday, March 27, 2006


Nazim Hikmet (1902-1963)

Poeta turco de enorme influencia en la literatura de su país y en la occidental. Nació en Salónica, hijo de un alto funcionario del gobierno. Se licenció en Ciencias Económicas y Políticas en la Universidad de Moscú, donde entró en contacto con los futuristas rusos. Volvió a Turquía, con 24 años, convertido en un marxista ferviente y, tras escribir algunos poemas patrióticos tradicionales, empezó a producir una poesía turca revolucionaria (despoetizada, según su propia terminología) con la introducción de elementos como el verso libre y toda la imaginería surrealista. Escribió también teatro y novelas vanguardistas. Se comprometió activamente con la política de su país y en 1938 fue condenado a 25 años de cárcel por sedición. Amnistiado en 1951, dejó Turquía para siempre y viajó por la URSS y Europa oriental, donde hizo campaña por un comunismo universal. Murió en Moscú el 3 de junio de 1963.


XXI
¿Qué estará haciendo, ahora,
Ahora, a esta hora?
¿En su casa, en la calle,
En el trabajo?
¿Reclinada? ¿De pie?
¿O levantando el brazo?
¡Oh, mi rosa:
Cómo descubre ese ademán, de pronto,
Tu blanca muñeca redonda!
¿Qué estará haciendo ahora,
Ahora, a esta hora?

Acaricia un gatito
Que dormita en su falda.
O, a lo mejor, camina.
Claro: si es su paso el que avanza...
¡Oh, tus pies, pies queridos,
Que caminan en mi alma!
Tus pies, que me iluminan
Estas negras jornadas.

¿En qué pensará ella?
¿Pensará en mí? O... acaso
Pensará en los porotos que no quieren cocerse.
Tal vez esté pensando
Por qué, sobre la tierra, tantos hombres
Serán tan desdichados...
¿Qué hará, qué hará ella, ahora,
A esta hora?

Tuesday, March 21, 2006

Teledirigido

Fueron proyectiles autopropulsados, palabras guiadas hacia un determinado blanco que quiso destruir. Todo, claro, mediante control remoto, ninguna evidencia del crimen.
Eligió un tamaño adecuado, algo portátil que tampoco revelara signos de demolición. La autosuficiencia de la fuente de energía, mecanismo de propulsión a chorro, bastaba para acabar con un mito totalmente desmitificado. Ése era el objetivo.
El mecanismo de guía consistía en percibir la posición de su trayectoria de vuelo, activar todo tipo de sensores hacia el blanco en movimiento. Dejar que se deslice entre la gente, ocultarse y descargar los explosivos en el momento preciso. En ese mismo momento, golpe preciso.Entonces ahí estaría él, tendido sobre el recinto del café de la esquina. Por fin abajo, muerto, destruido en plena urbanidad.

Saturday, March 11, 2006

De por qué el anacronismo de los espejos.


Eran las once y veinte de la noche en Argentina. La habitación era apenas rectangular, casi cuadrada. Dos camas chicas, una cajonera, un escritorio y una cómoda antigua integraban el mundo de cuatro paredes. Los techos ahora eran bajos, ya no los de antes. Una araña oxidada mantenía las luces encendidas. Las paredes permanecían casi como hace más de noventa años, cuando la casa había sido construida. Algunos cuadros manchaban de rojo y amarillo el gris descascarado por los años. A una altura de un metro y medio sobre el nivel del suelo se levantaban paneles de machimbre que escondían la parte más derrumbada de las paredes. El escritorio había sido, en otro tiempo, el soporte de una máquina de coser a pedal. Era un escritorio, ahora, a pedal. La cómoda permanecía ajena al paso del tiempo. Un espejo grande, circular, de un metro de diámetro, coronaba los cajones y demás estantes llenos de colonias y desodorantes en colores pasteles. La cajonera y las camas tenían, también, varios años de uso; quién sabe cuántos de construcción.
Todo en esa habitación era anacrónico. La pretendida posmodernidad de las calles se colgaba en algún clavo, se asentaba cerca de una ventana larga y pesada, reposaba en la mesa de luz, entre Cortázar, Piglia, Octavio Paz. Sí, todo ahí constituía un anacronismo. Hasta ella, con su cigarrillo en la mano, acostada boca arriba, leyendo.
Eran las once y media de la noche y ella leía, esperando la llegada de una amiga que no llegaba. Terminó un cuento, otro, ambos breves. Terminaba también un cigarrillo, ya sin leer, cuando vio las manchas en el espejo. El espejo de la cómoda estaba sucio, lleno de marcas de grasa, manos, dedos, uñas, polvo. Claro, si ni recordaba la última vez que lo había limpiado. Se levantó y acercó a su reflejo. Pasó la mano sobre él. Estaba muy sucio. Fue entonces a la cocina, sacó el limpiavidrios de la mesada, buscó un trapo, unas servilletas de papel y volvió frente a él.
Qué mugre. Se miraba y sonreía. Entonces roció la superficie con el líquido y comenzó a pasar el trapo. Hasta las paredes parecían blanquearse. Terminó con el trapo y secó el resto con las servilletas. Alguien le había dicho que el papel dejaba menos vetas y pelusas. Concentrada en su trabajo, no oyó los golpes en la puerta.
Terminó. Miró su reflejo mientras se corría, ansiosa, algunos pelos enganchados en la cara. Se paralizó. No sólo las paredes habían aclarado: su palidez era de muerte, sus ojos tristes, su pelo desordenado y añejo. No era ella, era otra. Otra, blanca, pulcra; otra, arrugada y de otros tiempos. Se miraba a los ojos y no se encontraba; no encontraba aire que respirar y sonaba la puerta anunciando la llegada de la amiga de la otra, no de ella, esa ella nueva.
Se ensució las manos con el polvo del piso y las pasó sobre el espejo. Manchó la superficie con aceite, huellas, ceniza. No había manera de hacer regresar a la amiga de la joven que golpeaba más fuerte la puerta de calle. Lloraba implorando su regreso, golpeaba el espejo, golpeaba fuerte el reflejo y lo deshizo, chorreando de sangre y de imágenes entre los golpes cada vez más fuertes. Las manos ensangrentadas se clavaban las astillas. La cara roja y deforme y los golpes y la sangre y no era ella, era otra, esa ella nueva, anacrónica, acostada entre los vidrios brillantes de una vieja cómoda, entre la sangre que avanzaba por el piso, la sangre que sonaba al compás de los golpes de una desconocida, en los golpes de la puerta de calle.

Monday, March 06, 2006

Más de Sueños de noches de verano/otoño/invierno/primavera.


IV

Soy la heroína de una ciudad asediada por King Kong.
Entre dos edificios pende una tela de araña
en donde una niña,
sola, está a punto de caer.
Al modo tarzaniano, me cuelgo de una especie de liana
y la rescato de las fauces del terrible gorila.

Super María al servicio de la comunidad.


X

Me desangro en una bañera,
llorando sangre me acuesto en la cama

y espero.


XIII

Lo siento continuar con el trabajo
de desabrocharme los jeans.
Siento su mano en mi cadera,
encuentra el botón y lo abre,
detonando un sinfín de futuros problemas.
Siento el freno de mi propia voz
que le prohíbe seguir.
Pero no hablé, hay silencio que permite continuar lo que no fue real.
Lo siento continuar con el trabajo
de desabrocharme los jeans.
Lo veo bajar las manos por las caderas,
abrir el botón,
detonar problemas,

sonreír victorioso.


XVI

Acarreo baldes de vino.
Sólo eso.


XIX

Hacemos el amor en una cama de enfermos.
Nos enfermamos del otro,
con tanta alegría
que los leones del parque rugen en nuestro honor.


XXI

Entro a la galería
y está él
en persona:
Charly García toca el piano
rodeado de gente.
Termina justito y se da vuelta,
yo parada ahí,
me besa y me lleva
lejos.
Me canta al oído
Chipi Chipi.
Qué enojado va estar
Emiliano cuando de entere.


XXIII

Desde el palco desbordante
miro el escenario precario
de madera.
Cuando el niño aparece
y ¿qué hace ahí y no a mi lado?
me desespero entre la gente avalanchada
para alcanzarlo.
Mi sobrino con pánico escénico
ya no está en las tablas.
Sola, en un teatro oscuro
lloro su ausencia.


XXIV

Sergio me pasa a buscar por algún lugar.
No sé bien cuándo fue que pasó,
pero él y yo nos intitulamos
Novios.
Me besa con veinte años de diferencia.
Me besa con indiferencia respecto al mundo circundante.
Me besa con pasión poco disimulada
digna de telenovelas mexicanas.
Yo simplemente abrazo el sueño
Morocho y lleno de rulos.

Saturday, March 04, 2006


Esto es en honor a la recientemente desaparecida Josefina, mi gata. Y ya que Nico me pidió aparecer en el blog, acá va un combo de una ausente y... ¿otro ausente?

Lo único que quería era tapar ausencias, borrarlas. Y ella, en cambio, habló del olor a suela de zapatos que había en la calle. Mejor así: un tapial menos que levantar.